

Haz clic en la cara de cada personaje para descubrir más información sobre cada uno de ellos y lee los textos.
Pablo: Su ciudad preferida es París. Allí pasó sus años de universitario. ¿Cuál es tu ciudad favorita? ¿Por qué? ¿Hay alguna ciudad donde nunca vivirías? ¿Por qué? Si tuvieras que vivir una temporada en España, ¿qué ciudad elegirías? ¿Por qué?
Berta: Cuida mucho su cuerpo. Todos los días va al gimnasio. ¿Eres una persona deportista? ¿Prefieres el deporte al aire libre o en un gimnasio? ¿Crees que la imagen es importante para encontrar trabajo?
Salvador: Está enamorado de Celia. ¿Crees que el trabajo es un buen lugar para encontrar pareja? ¿Por qué? Muchas parejas se han conocido por Internet. ¿Crees que este sistema es tan válido como otros para conocer a alguien? Justifica tu respuesta.
Celia: Esta mujer de carácter es el vivo retrato de su padre. ¿Te pareces más a tu padre o a tu madre? ¿En qué? ¿Tienes un carácter fuerte? ¿Cómo te definirías?
Diego: Es discutidor y a menudo llega tarde al trabajo. ¿Qué piensas de la impuntualidad? ¿Qué características crees que debe tener un buen trabajador? ¿Y un buen jefe?
Celedonio: Es meticuloso, maniático y tiene el museo como los chorros del oro. ¿Tienes alguna manía? ¿Conoces manías peculiares de alguien cercano a ti? ¿Cuáles? ¿Participas en las tareas del hogar? ¿Cuál te gusta menos? ¿Por qué?
Hoy es martes y, como todos los días, a las nueve de la mañana, Diego abre las puertas del museo. Saca su manojo de llaves del bolsillo y busca la azul. Decidió que fuera de este color para diferenciarla de las demás.
Mientras toma un café, escucha gritos. Le parece que vienen de la sala Goya. Se dirige hacia esa sala y...
¡Diego! ¡Diego! ¡Esto es increíble! ¿Dónde está el cuadro Saturno devorando a un hijo? ¡Ha desaparecido!
¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué dices? ¿No está el cuadro? ¿Me estás tomando el pelo, es una broma? Debemos llamar urgentemente a don Pablo y a la policía también.
(Un rato después...)
Buenos días, don Pablo, ¿qué hacemos? ¿Llamamos a la policía?
Bueno, acabo de hablar con el Consejo de Administración para informarles de lo ocurrido y me han dicho que conocen a un famoso detective con el que ya han contactado en anteriores ocasiones. Se llama Casimiro y estará aquí en breve.
Buenos días. Mi nombre es Pablo González y soy el director. ¡Cuánta rapidez! No hace ni media hora que he hablado con el Consejo de Administración. Esto sí que es eficiencia.
Bueno... eficiencia será si resuelvo el problema rápido. Cuénteme, ¿qué ha pasado?
(Pablo se queda pensativo, no contesta)
Disculpe, me he quedado en blanco. ¿Qué decía?
Le preguntaba si podía contarme qué ha sucedido esta mañana.
Verá, como todas las mañanas, venía en mi coche al museo y, cuando estaba llegando, recibí una llamada de teléfono. No suelo contestar al teléfono cuando voy conduciendo, pero...
Ya, ya...
Era Diego, uno de los vigilantes, estaba muy nervioso, solo entendí que el cuadro Saturno devorando a un hijo no estaba. Así que colgué el teléfono, aceleré y en apenas unos minutos ya estaba aquí.
Cuando vi lo que había sucedido, contacté con el Consejo de Administración y el resto ya lo conoce usted.
Bien, necesito hablar con los empleados y ver todas las salas del museo.
(Casimiro se dirige a la sala Goya. Allí está Diego)
Buenos días, soy Diego, el vigilante. Lleva usted un bonito pañuelo, ¿puedo ayudarle?
Muchas gracias, es un regalo de mi madre. Mi nombre es Casimiro y estoy aquí para investigar la desaparición del cuadro. Veamos, necesito saber si los cuadros tienen algún sistema de seguridad especial.
Sí, claro, y por eso estoy convencido de que no ha salido del museo. Tiene que estar aún aquí dentro. Verá, el año pasado instalaron un nuevo sistema de seguridad en cada cuadro. El sistema se activa si una obra sale de las instalaciones sin autorización y, en este caso, no se ha activado ninguna alarma.
Mmmm... Interesante. Y dígame, ¿es en esta sala donde estaba el cuadro desaparecido? Veo que ahí está el marco y que se han llevado solo la tela.
Bueno, sería algo complicado llevárselo entero, ¿no cree? De todas formas, este robo no ha sido pan comido, sino todo lo contrario, muy complicado.
Diego, disculpe, ¿sabe qué son estos números?
La verdad es que no tengo ni idea. Quizá Salvador, el restaurador, pueda ayudarle. Creo que por ahí viene. Se lo voy a presentar por si quiere hablar con él.
Ahora contesta la pregunta que te hace Casimiro.
Diego dice que el cuadro no ha salido del museo. Pero ¿cómo crees que se puede esconder una lámina tan grande? ¿Dónde puede estar?
(Salvador entra en la sala)
Buenos días. Soy Salvador, el restaurador de algunas de las obras de este museo, ¿en qué puedo ayudarle?
Pues espero que pueda darme alguna información. Verá, hay algo que me ha llamado la atención y son estos extraños números escritos en los marcos. ¿Sabe usted qué es eso? He visto que el número se repite en todos marcos de esta sala.
Ehhh... Bueno, sí. Ehhh... es un... un código que me ayuda en el proceso de restauración cuando bajo la obra al taller.
Ahhh. No es la primera vez que visito un museo y nunca he visto algo igual.
Bueno, ya sabe, cada maestrillo tiene su librillo y a mí me gusta trabajar así.
Le noto nervioso, relájese. De momento no tengo más preguntas, creo que ya he visto lo que tenía que ver en esta sala. Diego, ¿puede acompañarme a la sala Picasso?
Por supuesto, venga conmigo. Esa sala es la preferida de don Pablo.
Ahora contesta la pregunta que te hace Casimiro.
Salvador se ha puesto nervioso cuando le han preguntado, ¿por qué crees que ha reaccionado así? ¿Crees que tiene algo que ver con la desaparición del cuadro?
(Casimiro entra en la sala Picasso y allí está Celia)
Una auténtica obra maestra.
Sin duda. Conoce la anécdota, ¿no?
Creo que no, no sé...
Pues verá, cuentan que cuando París estaba ocupada por los nazis, en 1940, un oficial alemán estaba contemplando una imagen de este cuadro junto a Picasso y le preguntó si era él quien había realizado aquello.
El pintor respondió: «No, han sido ustedes». Efectivamente, ellos fueron quienes con sus aviones bombardearon la ciudad de Guernica.
Vaya, ¡me ha dejado sin palabras! Nunca lo había oído. He visto este cuadro muchas veces y me sigue poniendo la piel de gallina. Nadie como Picasso ha sabido plasmar el sufrimiento que ocasiona una guerra.
Seguro que mi padre está de acuerdo con usted. De todas formas, no ha venido hasta aquí para hablar de Picasso, ¿verdad?
Cierto, ahora lo más importante es recuperar el cuadro desaparecido. Dígame, ¿notó algo inusual ayer por la tarde?
La verdad es que no, me crucé con Salvador que salía de la sala Velázquez y, poco después, con mi padre que, como de costumbre, iba a pasar cinco minutos en la sala Picasso antes del cierre. A veces pienso que quiere más a esos cuadros que a su propia familia.
No exagere, usted es su ojito derecho, la preferida. He visto que tiene su foto en el despacho.
Mmmm... Más bien su brazo derecho, la que siempre le ayuda en todo. ¿Quiere que le acompañe a la sala Velázquez?
Se lo agradezco, pero no hace falta, sé dónde está.
Ahora contesta la pregunta que te hace Casimiro.
¿Por qué crees que va Pablo todos los días a la sala Picasso a observar el Guernica?
Buenos días, mi nombre es Casimiro y creo que usted es Berta.
Sí, lo conozco. He oído hablar mucho sobre usted y todo bueno. ¿En qué puedo ayudarle?
Verá, he visto dos cuadros de esta sala marcados con un número, curiosamente es el mismo que tienen los de la sala Goya. ¿Quién hace esto y por qué?
Sí, sí, sí... Es Salvador, nuestro restaurador, siempre que lleva un cuadro al taller lo marca con números. Supongo que es para llevar algún tipo de control. No sé...
Es extraño porque son siempre los mismos números. Parece que se trata de una fecha o una contraseña. Por cierto, ¿cuánto tiempo lleva Salvador en el museo?
Unos cinco años.
Entonces no puede ser. En un primer momento pensé que podría tratarse de la fecha en la que entró a trabajar en el museo, pero este número representa una fecha bastante más reciente.
Puede preguntarle a don Pablo, él tiene la fecha exacta en la que entramos a trabajar aquí.
Buena idea. Voy al despacho de don Pablo.
Dígame, Casimiro, ¿hay buenas noticias sobre el cuadro?
Todavía no, pero no tire la toalla. Creo que voy por buen camino, pero querría pedirle algo. Necesito la fecha de inicio del contrato de los trabajadores de este museo.
Claro. El Consejo me ha pedido que le eche una mano en todo lo que pida. Así que tiene usted carta blanca para hacer lo que sea necesario.
Para empezar, dígame, ¿cuándo empezó su hija a trabajar en el museo?
Hoy hace un año.
Hmmmm... entonces coincide con la fecha escrita en los marcos.
Eso no puede ser. ¡Salvador...! Como sea lo que estoy imaginando, su trabajo en el museo corre peligro. Voy a llamarlo ahora mismo.
(Salvador entra en el despacho)
Dígame, Salvador, ¿por qué hay esos números en los cuadros?
Ya le dije que era un simple control.
Pues es realmente curioso que todos sean iguales y coincidan con la fecha en la que Celia comenzó a trabajar aquí.
Salvador, o me da una buena explicación o tomaré medidas.
La verdad es que... Disculpen. La verdad es que es un pequeño homenaje a Celia. Siento por ella algo más que interés, aunque ella siempre me ha dado calabazas.
Bueno, yo les dejo. Cuando terminen su charla, vengan con el resto del equipo a la sala Picasso. Hay algo que tengo que comprobar.
Don Pablo, acérquese un momento, por favor. Aprovechando que todos están aquí, ¿puede explicarme alguien por qué hay este cambio de color en la pared del lateral del Guernica?
Ahora contesta la pregunta que te hace Casimiro.
¿Por qué crees que hay una pequeña diferencia de color al lado del cuadro?
Yo tengo el museo muy limpito. No creo que sea una mancha. ¿Puedo acercarme más, don Casimiro? Humm... Parece que este cuadro ha sido movido y por eso ha quedado esa marca que dejan los cuadros cuando se mueven, se ve perfectamente que esta parte de la pared está más oscura que el resto.
Yo creo lo mismo, Celedonio. Por favor, Salvador, ¿puede acercarse y moverlo ligeramente?
¿Mover el cuadro? ¡Esto es una locura! ¡Es el Guernica!
No se preocupe, no es necesario quitarlo, solo hay que moverlo unos centímetros.
Creo que deberíamos seguir el protocolo, no podemos hacer eso. Mi misión es cuidar de estas obras.
Me deja usted con las manos atadas, don Pablo. No puedo hacer nada. Podemos llamar a la policía y ellos se encargarán de mover el cuadro.
Papá, el protocolo ahora importa un pimiento. Si el señor detective dice que hay que mover el cuadro... Yo lo moveré.
No, no, por favor, la policía no. Está bien, haga lo que sea necesario.
Ahora contesta la pregunta que te hace Casimiro.
¿Por qué crees que el director no quiere mover el Guernica?
Celia, por favor...
Ahora mismo... ¡oh!
Ahí está el cuadro. Recójalo y trátelo como usted bien sabe.
Sabía que no había salido de aquí.
La persona que ha escondido aquí el cuadro está en esta sala, entre nosotros. Don Pablo, ¿quiere usted empezar a hablar?
Ahora contesta la pregunta que te hace Casimiro.
¿Qué crees que va a decir don Pablo? ¿Sabes ya quién ha escondido el cuadro? ¿Por qué?
Está bien. Llevo toda mi vida dedicado en cuerpo y alma al museo, pero el Consejo de Administración nunca ha valorado suficientemente mi trabajo. Quieren jubilarme y dejarme una ridícula pensión.
Yo tenía la ilusión de irme a vivir a París, pues me encanta Picasso y toda su obra, pero ellos no...
Papá, ¿y era necesario esto? Tienes suficiente para ir donde quieras...
Bueno, creo que aquí ha terminado mi trabajo. Ahora debo informar a la junta de gobierno. Ellos tomarán la decisión que consideren oportuna. Les deseo mucha suerte a todos.
Es el director. Es un hombre de mediana estatura y un poco gordito. Está a punto de jubilarse. Es una persona tranquila y agradable. Su ciudad favorita es París, no hay día en el que no comente sus años de estudiante en la Ciudad de la Luz. Es un enamorado de Picasso.
Es una azafata y la más joven de los empleados. Es alta y delgada. De piel morena y ojos rasgados, tiene un cuerpo atlético que cuida diariamente en el gimnasio, es lo que se dice un bombón, casi una modelo, pero muy humilde. Aunque es muy dulce y siempre sonríe, cuando se enfada, se enfada de verdad.
Es la guía y la más reciente incorporación a la plantilla. Rebelde y desobediente, está hasta las narices de que la traten como una niña y no tengan en cuenta sus opiniones. Es una mujer de carácter. Aunque no quiere que se sepa, es la hija de Pablo y es su vivo retrato.
Este cuarentón es el vigilante. Tiene canas y por eso parece mayor. Sus discusiones con Pablo son diarias. ¿El motivo? A menudo se le pegan las sábanas y siempre llega tarde. Es vago, indisciplinado y bastante mentiroso. Igual que Berta, es un aficionado a los gimnasios.
Trabaja en la limpieza del museo. Hace su trabajo perfectamente, tiene el museo como los chorros del oro. Meticuloso, maniático y un poco obsesivo, no deja un rincón sin limpiar. Bajito, gordito y un poco testarudo, nunca da su brazo a torcer. Él y Diego son uña y carne.
Es el restaurador y un apasionado de Goya. Está enamorado de Berta y eso es ya un secreto a voces. De pelo castaño y piel clara, llama la atención porque siempre lleva la bata desabrochada. Todos saben cuándo se acerca porque la cantidad de llaves que siempre lleva en el bolsillo hace mucho ruido.
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